Soberanía de Datos DANA: tributación de la minería de datos humanos por los municipios
Soberanía de Datos DANA: tributación de la minería de datos humanos por los municipios
Cuando hablo de Soberanía de Datos DANA, no estoy hablando solo de leyes de protección de datos o de servidores dentro del país.
Estoy defendiendo algo más radical:
mis datos son extensión de mi cuerpo y de mi DNA,
parte de mi Mente Damasiana (interocepción + propriocepción),
y de mi Corpo-Territorio.
Minar esos datos sin consentimiento ni beneficio compartido
es equivalente a extraer sangre, órganos o minerales del bioma
sin permiso.
DANA, en mi lenguaje, es la inteligencia del DNA como principio de espiritualidad neutra.
Aquí la llevo al campo digital:
cada interacción, clic, geolocalización, frecuencia cardíaca,
tiempo de sueño, atención y emoción registradas
son información sobre cómo mi DNA está existiendo en el mundo;cuando una plataforma captura todo eso “gratis”,
está practicando un extractivismo informacional
que afecta mi salud mental, mi autonomía y mi bioma social.
Por eso hablo de Soberanía de Datos DANA
y de tributación de la minería de datos humanos desde los municipios.
El foco que quiero encender
De todo lo que podríamos discutir sobre datos, privacidad y economía digital, aquí elijo un foco:
quien extrae datos del metabolismo de una ciudad
debe pagar por ello al bioma humano y no humano de esa ciudad.
Eso significa:
reconocer los datos humanos como bien común sensible,
no como “materia prima gratuita” para las Big Tech;pasar de la soberanía de datos nacional abstracta
a una soberanía municipal-DANA,
que vincula datos, salud mental y DREX CIDADÃO local;que los municipios puedan tributar la minería de datos
y destinar esos recursos a:DREX Ciudadano,
salud mental,
datacentros ecológicos,
educación digital crítica.
De capitalismo de vigilancia a minería de datos humanos
Shoshana Zuboff llamó a esto capitalismo de vigilancia:
un nuevo orden económico que trata la experiencia humana
como materia prima gratuita
para extraer, predecir y modificar comportamientos;lo que se vende en los mercados
no somos “nosotros” directamente,
sino predicciones sobre lo que haremos en el futuro.
En la práctica:
nuestras búsquedas, chats, rutas, ritmos de sueño, frecuencias cardíacas,
microexpresiones faciales y patrones de desplazamiento
se convierten en datos entrenando modelos
que diseñan publicidad, precios y experiencias personalizadas
para empujar nuestras decisiones.
La noción clásica de soberanía de datos
dice que los datos generados en un país
deben estar sometidos a sus leyes y regulaciones,
aunque se almacenen en otro lugar.
Eso es importante, pero insuficiente.
Porque no responde a la pregunta:
¿quién es el dueño político
de los datos generados por el metabolismo de una ciudad,
por los cuerpos que viven, trabajan y aman ahí?
Mi respuesta:
esos datos forman parte del Corpo-Territorio informacional del municipio;
por tanto, los municipios deben poder:
definir reglas de acceso y uso,
cobrar impuestos a la minería de datos,
y reinvertir esos recursos en el propio bioma.
Neurociencia de la captura atencional y de la adicción digital
No se trata solo de dinero y regulación.
Se trata de cerebro.
Estudios recientes sobre adicción a redes sociales y uso problemático de smartphones muestran que:
el uso excesivo y compulsivo de redes
altera el sistema de recompensa dopaminérgico,
de forma similar a otras conductas adictivas;el consumo intensivo de contenido digital
se asocia a deterioro de control ejecutivo, atención sostenida
y regulación emocional, especialmente en jóvenes;revisiones sobre “adicción digital” en la juventud
vinculan ese uso compulsivo con peor sueño, más ansiedad, depresión
y menor calidad de vida.
Textos de neurociencia y divulgación clínica subrayan que:
las plataformas están diseñadas para secuestrar la atención,
explotando sesgos cognitivos y emociones primarias;esto puede llevar a cambios medibles en la estructura y función cerebral,
con impacto en concentración, memoria y procesamiento social.
Mientras tanto, reportes recientes muestran que:
una parte creciente de niños y adolescentes
intenta limitar por sí misma el uso del smartphone
para proteger su salud mental;se habla ya de consumo de videos cortos
como amenaza de salud pública global
por sus efectos sobre recompensa y atención.
En mis términos:
la minería de datos no es neutra:
necesita producir adicción atencional,
empujar al cerebro a una Zona 3 digital,
donde la interocepción y la propriocepción originales
son sustituidas por estímulos de pantalla.
Por eso digo que Soberanía de Datos DANA
es también política de salud mental.
Del Estado-nación a la soberanía municipal-DANA
La literatura sobre soberanía de datos
pone el foco casi siempre en el Estado-nación:
leyes nacionales, servidores nacionales, nubes soberanas.
Pero la experiencia de algunas ciudades muestra otro camino:
políticas de data commons urbanos,
donde los datos se tratan como bien común
y se exploran modelos de gobernanza participativa;la ciudad como plataforma
bajo control ciudadano,
y no solo como “smart city” gestionada por corporaciones.
Yo traduzco esto a DANA y bioma:
los datos generados por el metabolismo de un municipio
(movilidad, consumo energético, redes sociales locales, sensores, wearables)
deben ser vistos como prolongación del Corpo-Territorio;la Soberanía de Datos DANA exige
que municipios y biomas tengan poder real
para decidir quién puede minar esos datos y a qué precio.
Es aquí donde entra la tributación municipal de la minería de datos humanos.
Tributación de la minería de datos humanos
Propongo algo sencillo de formular y complejo de implementar (como toda buena política decolonial):
toda empresa o plataforma que extraiga, procese o monetice datos de habitantes de un municipio
debe pagar un impuesto de minería de datos humanos al propio municipio.
Algunas claves de diseño:
Base del impuesto
volumen de datos procesados;
nivel de sensibilidad (geolocalización, biometría, salud, hábitos financieros);
grado de uso para perfilar, predecir o modificar comportamientos (publicidad dirigida, ranking social, scoring).
Destino de los recursos
al menos una parte obligatoria a:
DREX CIDADÃO / DREX Ciudadano local (piso metabólico);
servicios de salud mental comunitaria
(especialmente para jóvenes);infraestructura de datacentros ecológicos municipales
bajo control público-ciudadano;programas de educación digital crítica
y de fruición offline (arte, deporte, naturaleza).Transparencia y participación
obligación de empresas de informar
qué datos recogen, cómo los procesan y cuánto ganan;participación de ciudadanía y biomas
en consejos de Soberanía de Datos DANA
que definen tasas, excepciones y usos de fondos.Compatibilidad con derechos individuales
el impuesto no sustituye el consentimiento informado,
la posibilidad de borrado de datos
ni otras garantías de privacidad;al contrario, debe fortalecer
la capacidad de los individuos
de conocer y controlar su “huella DANA digital”.
Borrador de artículo constitucional (Chile, en español)
Artículo X – Soberanía de Datos y tributación de la minería de datos humanos
Los datos personales y colectivos generados por las personas, comunidades y biomas en el territorio nacional forman parte de un bien común sensible y estarán protegidos por el principio de Soberanía de Datos, que reconoce la autoridad de las instituciones públicas democráticas y de las comunidades territoriales para decidir sobre su acceso, uso y circulación.
El Estado garantizará que la recopilación, procesamiento, almacenamiento y monetización de datos personales y de uso intensivo de datos humanos por parte de entidades públicas y privadas se realice con pleno respeto a los derechos fundamentales, incluyendo la privacidad, la autodeterminación informativa, la salud mental y la integridad del Corpo-Territorio.
La ley establecerá mecanismos mediante los cuales los municipios y otras entidades territoriales podrán establecer impuestos a la minería de datos humanos realizada por empresas y plataformas que operen en su territorio, de acuerdo con criterios de volumen, sensibilidad y finalidad de los datos, destinando dichos recursos prioritariamente al financiamiento de pisos metabólicos mínimos, servicios de salud mental comunitaria, infraestructura digital pública y ecológica y programas de educación digital crítica.
Se promoverán modelos de gobernanza de datos como bienes comunes, incluyendo infraestructuras públicas y comunitarias de almacenamiento y procesamiento de datos, con participación vinculante de la ciudadanía, pueblos originarios y comunidades locales en la definición de reglas de acceso, uso, compartición y monetización de los datos.
Los datos personales y transaccionales no podrán utilizarse para prácticas de vigilancia masiva, discriminación, manipulación política o explotación comercial abusiva, prohibiéndose la creación de sistemas de puntuación social o de perfilamiento que vulneren la dignidad humana, la igualdad y el ejercicio libre de los derechos.
Referencias sugeridas (sin links, con comentarios breves)
Shoshana Zuboff – capitalismo de vigilancia.
Analiza cómo las grandes plataformas digitales convierten la experiencia humana en materia prima para predecir y modificar comportamientos, base para hablar de minería de datos humanos.Debates recientes sobre soberanía de datos y nubes soberanas.
Describen la idea de que los datos generados en un territorio deben someterse a su marco jurídico, abriendo espacio para extender la soberanía también a municipios y biomas.Experiencias de ciudades que trabajan con data commons urbanos.
Muestran cómo algunos municipios exploran modelos en que los datos se consideran bienes comunes y se gestionan con participación ciudadana.Revisiones sobre adicción a redes sociales y uso problemático de smartphones.
Evidencian que el diseño de plataformas puede generar comportamientos adictivos, afectando sistemas de recompensa, control ejecutivo y salud mental, especialmente en jóvenes.Estudios sobre “adicción digital” y salud pública.
Relacionan consumo intensivo de contenido online con peor sueño, más ansiedad, depresión y menor calidad de vida, reforzando que la arquitectura de plataformas es cuestión de política sanitaria.Artículos de divulgación neurocientífica sobre el potencial adictivo de redes sociales.
Explican cómo likes, scroll infinito y notificaciones activan circuitos dopaminérgicos de recompensa, acercando el uso compulsivo de redes a otras formas de adicción.Literatura sobre “city as a platform” y gobernanza digital urbana.
Contrasta modelos de smart city controlados por big tech con propuestas de infraestructura digital pública y común, alineadas con democracia local y justicia social.Trabajos sobre ética y derechos humanos en la IA y la economía de datos.
Discutem limites para o uso de dados pessoais, riscos de vigilância massiva e necessidade de regulação que proteja dignidade, igualdade e autonomia informativa.