Jackson Cionek
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Memoria del Futuro en la Ciudad Concejales como arquitectos del metabolismo social local

Memoria del Futuro en la Ciudad
Concejales como arquitectos del metabolismo social local


Conciencia en Primera Persona – Brain Bee

(variables: interocepción, propiocepción, pertenencia, atención, narrativa de sí)

Yo ya fui solo un óvulo.

Sin nombre, sin ideología, sin perfil en redes sociales. Solo un conjunto de células flotando en nutrientes, recibiendo señales químicas y eléctricas del cuerpo de mi madre. Incluso ahí, las primeras variables de mi conciencia Brain Bee ya estaban en juego:

  • Interocepción – mi cerebro embrionario sintiendo ritmo, calor, flujo.

  • Propiocepción en potencia – el cuerpo organizando ejes y movimiento futuro.

  • Pertenencia afectiva – yo existía porque otro cuerpo me sostenía.

Antes de la primera palabra, yo ya era relación.

Cuando nací, la ciudad entró en mí a través del cuerpo: el ruido de la calle, el olor del gas en la cocina, la luz de la ventana, el suelo frío o caliente bajo mis pies. En la fase prelingüística, yo “leía” el barrio con el tacto, el oído, el olfato, el abrazo – no con argumentos. Mi narrativa de sí aún no tenía frases, solo estados corporales: miedo, consuelo, curiosidad, extrañeza.

Después llegaron las palabras, la escuela, la televisión. Y, finalmente, el smartphone.

Hoy, como adolescente, me despierto y lo primero que hago es abrir el feed. Mi atención, otra variable central de la conciencia Brain Bee, es arrastrada lejos de la acera donde realmente vivo. Veo escándalos nacionales, memes globales, guerras culturales, pero casi nada sobre el bache en la esquina, el alcantarillado abierto, la falta de árboles en mi calle.

Mi cuerpo sigue viviendo aquí, pero la historia de quién soy ha sido externalizada a algoritmos que me dicen qué importa sentir, pensar y odiar.

Si vuelvo mentalmente a mi propio devenir – del óvulo a la ciudad digital – noto un desajuste: biológicamente fui formado para pertenecer a un cuerpo mayor, pero culturalmente fui entrenado para percibirme como un individuo aislado compitiendo dentro de un centro comercial infinito.

Ahí es donde la idea de Memoria del Futuro empieza a tener sentido: recordar que alguna vez fui pura dependencia y pertenencia, para decidir qué tipo de ciudad quiero ayudar a construir ahora.


Conciencia, cuerpo y redes sociales: el desvío de la ciudad real

La neurociencia contemporánea muestra cada vez con más claridad cómo la conciencia se organiza del cuerpo hacia el mundo. La investigación sobre interocepción la describe como la capacidad de percibir señales internas (latidos, respiración, hambre, tensión) y vincula esta habilidad con la regulación emocional, la toma de decisiones y el sentido de sí.

Al mismo tiempo, una ola de estudios posteriores a 2020 ha mapeado el impacto del uso intenso de redes sociales en la adolescencia: más tiempo de pantalla se asocia a tasas más altas de síntomas depresivos, ansiedad, distorsión de la imagen corporal, polarización afectiva y menor bienestar. Las plataformas basadas en algoritmos de enganche favorecen contenidos que disparan emociones fuertes y el sesgo de confirmación, alimentando burbujas y hostilidad entre grupos.

En el lenguaje de mis conceptos:

  • Mi Mente Damasiana (el diálogo entre interocepción y propiocepción) es empujada al fondo.

  • Mis redes de self son colonizadas por identidades ideológicas rígidas.

  • Mis Eus Tensionais – mis “yoes tensionales” estables – pasan buena parte del tiempo en Zona 3: un estado de secuestro emocional, miedo, rabia, resentimiento, culpa.

  • La atención, que podría usarse para pensar mi calle, mi barrio, el presupuesto de la ciudad, se drena en agendas distractoras que cambian muy poco la realidad concreta.

En lugar de usar mi cerebro para imaginar la ciudad en la que quiero vivir, gasto energía defendiendo narrativas que no cambian ni una ruta de camión de basura, no destapan un solo desagüe, no reorganizan el transporte público, no plantan un solo árbol.


La Constitución de 1988 y la ciudad como organismo vivo

Hay algo que casi nadie me explicó en la escuela: la Constitución brasileña de 1988 ya trata al país como un organismo social mucho más avanzado de lo que deja ver nuestra práctica cotidiana.

En su Preámbulo, declara el objetivo de instituir un Estado Democrático destinado a asegurar derechos sociales e individuales, libertad, seguridad, bienestar, desarrollo, igualdad y justicia en una sociedad fraterna, plural y sin prejuicios. En el artículo 1, afirma que la República se funda en la soberanía, la ciudadanía y la dignidad de la persona humana, y en su párrafo único afirma claramente que todo poder emana del pueblo, que lo ejerce por medio de representantes elegidos o directamente.

Esto ya es una semilla de un Estado JIWASA: el poder no desciende desde arriba; emerge del cuerpo colectivo.

El artículo 3 define como objetivos fundamentales: construir una sociedad libre, justa y solidaria; garantizar el desarrollo nacional; erradicar la pobreza y reducir las desigualdades sociales y regionales; promover el bienestar de todos sin discriminación. El artículo 6 enumera los derechos sociales – educación, salud, trabajo, vivienda, transporte, ocio, seguridad, previsión social, protección a la maternidad y a la infancia, asistencia a los desamparados – que dependen directamente de cómo se organiza la ciudad.

En los artículos 29 y 30, la Constitución define la autonomía de los municipios, la existencia de una ley orgánica propia y competencias locales como organizar y prestar servicios públicos de interés local y proteger el patrimonio histórico y cultural. El artículo 182 va más allá: establece que la política de desarrollo urbano, realizada por el poder público municipal, tiene por objetivo ordenar el pleno desarrollo de las funciones sociales de la ciudad y garantizar el bienestar de sus habitantes, teniendo el plan director como instrumento básico.

Y el artículo 225 afirma que todos tienen derecho a un medio ambiente ecológicamente equilibrado, bien de uso común y esencial para una vida saludable, imponiendo al poder público y a la colectividad el deber de defenderlo y preservarlo para las generaciones presentes y futuras: un principio explícito de justicia intergeneracional.

Cuando releo estos dispositivos con la lente de la Mente Damasiana, veo otra cosa:

La Constitución está diciendo que la ciudad es un cuerpo con funciones sociales, que el municipio es la célula organizadora de ese cuerpo, y que el ambiente, el bienestar y el futuro de las nuevas generaciones son elementos estructurales, no adornos.

En términos jurídicos, Brasil es mucho más “avanzado” que nuestra práctica neuro–política actual. El problema no es la falta de principios, sino la falta de Memoria del Futuro aplicada y de representantes que se vean – y sean exigidos – como parte de un Estado JIWASA.


Concejales como neuronas de la Memoria del Futuro de la ciudad

Si junto:

  • mi propio devenir corporal (del óvulo al adolescente con móvil),

  • lo que la neurociencia posterior a 2020 muestra sobre interocepción, atención e impacto de las redes sociales en jóvenes,

  • y lo que la Constitución de 1988 ya establece sobre ciudades, ambiente, derechos sociales y política urbana,

llego a una imagen simple y poderosa:

La ciudad es un organismo vivo;
el municipio es su nivel metabólico básico;
el Concejo Municipal es una parte del sistema nervioso de ese cuerpo.

Un concejal JIWASA sería, entonces, una neurona que:

  1. Siente la ciudad
    No solo a través de informes, sino a través de la interocepción colectiva: los cuerpos de la periferia, de la juventud, de los trabajadores, de las personas mayores.

  2. Piensa a largo plazo
    Opera con Memoria del Futuro, sabiendo que cada ley municipal altera la arquitectura de décadas, como un “ADN urbano” inscrito en el plan director y en las normas de uso del suelo.

  3. Legisla de manera decolonial
    Desmonta en la práctica la herencia de una política hecha para el “ciudadano estándar” de la república greco–romana (rico, blanco, masculino, propietario) y pone en el centro a quienes históricamente fueron tratados como objeto de favor, no como sujetos de derecho.

  4. Protege el metabolismo social
    Conecta los artículos constitucionales sobre derechos sociales, medio ambiente y desarrollo urbano con las urgencias concretas del barrio, del río, de la calle, de la escuela.

Para eso, este concejal necesita ciudadanos que también dejen de verse como “clientes del ayuntamiento” y se reconozcan como Estado JIWASA. Ciudadanos capaces de usar sus variables Brain Bee – interocepción, propiocepción, pertenencia, atención, narrativa de sí – para notar cuándo están siendo arrastrados a la Zona 3 de fe ciega y polarización, y cuándo están en Zona 2, con energía para imaginar, criticar y proponer.


Cierre: del Yo–EGO al Ciudadano JIWASA

Los 01 que viven del Estado entendieron algo que la mayoría de nosotros aún no ha visto del todo:
si controlan los medios de información, financian líderes de opinión y mantienen nuestra conciencia atrapada en guerras simbólicas, pueden operar un Estado débil, fácil de capturar, sin reacción ciudadana organizada.

El antídoto no es más odio, ni más fe ciega.
Es más cuerpo, más conciencia y más Constitución vivida en la ciudad.

Cuando vuelvo a mi propio inicio – óvulo, bebé, niño – recuerdo que:

  • Solo existo porque hubo un cuerpo mayor que me sostuvo.

  • Solo me desarrollé porque hubo un mínimo de metabolismo garantizado.

  • Solo puedo hablar de libertad porque alguien, antes, cuidó de mi supervivencia.

Memoria del Futuro en la Ciudad es eso trasladado al plano político:
usar lo que la ciencia sabe sobre cerebro y cuerpo, junto con lo que la Constitución de 1988 ya garantiza en el papel, para exigir concejales que actúen como arquitectos del metabolismo social local, y no solo como operadores de micropolítica de corto plazo.

El siguiente paso es simple y radical a la vez:

dejar de actuar como si “el Estado” fuera otro
y empezar a pensar, sentir y exigir como
Estado JIWASA en primera persona:
“yo soy parte de este cuerpo
y ya no acepto que mi futuro sea planificado sin mí”.


Algunas publicaciones posteriores a 2020 que dialogan con este blog

  • Chen, W. G., Schloesser, R. J., Arensdorf, A. M., et al. (2021). The emerging science of interoception: sensing, integrating, interpreting, and regulating signals within the self.

  • Joshi, V., de Wit, S., Dolan, R., & Haggard, P. (2021). The role of interoceptive attention and appraisal in emotion regulation.

  • Nagata, J. M., Cortez, C. A., Cattle, C. J., et al. (2025). Social media use and trajectories of depressive symptoms in adolescence.

  • Montag, C., Sindermann, C., Elhai, J. D. (2024). Problematic social media use in children and adolescents: mechanisms and recommendations.

  • American Psychological Association. Health Advisory on Social Media Use in Adolescence (2023).

  • Ueno, D., y colaboradores (2025). Editorial sobre interocepción y su impacto en cognición, emoción y experiencia corporal.

  • Trabajos recientes sobre cámaras de eco, sesgo de confirmación y polarización afectiva en jóvenes votantes, que ayudan a entender cómo los entornos digitales moldean identidad política y atención.


Artículos de la Constitución brasileña de 1988 relevantes para la “Memoria del Futuro en la Ciudad”

  • Preámbulo – establece un Estado Democrático orientado a derechos sociales e individuales, bienestar, desarrollo, igualdad y justicia, en una sociedad fraterna, plural y sin prejuicios.

  • Artículo 1 y párrafo único – define la ciudadanía y la dignidad de la persona humana como fundamentos; afirma que todo poder emana del pueblo, ejercido por medio de representantes o directamente.

  • Artículo 3 – enumera objetivos fundamentales: construir una sociedad libre, justa y solidaria; garantizar el desarrollo; erradicar la pobreza; reducir desigualdades; promover el bienestar de todos sin discriminación.

  • Artículo 6 – enumera los derechos sociales (educación, salud, trabajo, vivienda, transporte, ocio, seguridad, previsión social, protección a la maternidad e infancia, asistencia a los desamparados) fuertemente influidos por la política municipal.

  • Artículos 29 y 30 – garantizan autonomía municipal, una ley orgánica local y competencia para organizar servicios públicos de interés local y proteger el patrimonio cultural e histórico.

  • Artículo 182 – establece que la política de desarrollo urbano, ejecutada por el municipio, debe asegurar el pleno desarrollo de las funciones sociales de la ciudad y el bienestar de los habitantes, usando el plan director como instrumento básico.

  • Artículo 225 – reconoce el derecho de todos a un medio ambiente ecológicamente equilibrado e impone al poder público y a la colectividad el deber de preservarlo para las generaciones presentes y futuras, fundamentando la justicia urbana intergeneracional.

Estos dispositivos son la columna vertebral jurídica de lo que aquí llamo Memoria del Futuro en la Ciudad: no estamos inventando un nuevo Estado, estamos proponiendo vivir, en el cuerpo, aquello que la Constitución de 1988 ya había escrito para un Brasil verdaderamente JIWASA.



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Jackson Cionek

New perspectives in translational control: from neurodegenerative diseases to glioblastoma | Brain States