Jackson Cionek
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El Huevo y el Origen del Pensar: El Cuerpo como Territorio del Pertenecer

El Huevo y el Origen del Pensar: El Cuerpo como Territorio del Pertenecer

Por Jackson Cionek – Brain Bee Ideas


Introducción – La conciencia se forma lentamente

Desde que comencé a estudiar el cerebro y la conciencia, comprendí que pensar es más que razonar: es pertenecer.
Y ese pertenecer no empieza como una idea, sino como una estructura viva.
Existe una coherencia silenciosa que el cuerpo ejecuta mucho antes de que sepamos lo que significa “cuerpo”.
Pero es esencial dejarlo claro: esa coherencia inicial no es conciencia, sino la condición biológica que permitirá que la conciencia aparezca más tarde.

La conciencia solo surge después de la formación del sistema nervioso central, cuando el cerebro puede integrar las señales internas (interocepción) y externas (propiocepción) en una experiencia continua del “yo”.
Antes de eso, solo existe una sensibilidad celular —una inteligencia bioquímica que prepara el terreno para el sentir consciente.


1. La célula huevo como paisaje de lo posible

Cuando el óvulo es fecundado, no nace un ser consciente, sino un proyecto dinámico de cuerpo.
Lo que se inicia es una organización de la vida: una red de interacciones químicas y eléctricas que sostienen la existencia.
La célula huevo contiene información suficiente para diferenciarse, no para reflexionar.

En sus primeras divisiones, la célula entabla un diálogo bioquímico con su entorno: proteínas, iones, nutrientes, campos eléctricos.
Es una red de comunicación sin lenguaje, una prehistoria del pensamiento.
Pero pensar, en sí, requiere cerebro.
La célula huevo solo anticipa la armonía estructural que algún día permitirá la experiencia subjetiva.


2. Del sentir químico al sentir consciente

El cuerpo humano nace de una expansión: una célula se convierte en muchas, y esas muchas forman tejidos, órganos y, finalmente, un sistema nervioso.
Solo cuando las neuronas comienzan a intercambiar señales eléctricas coordinadas la conciencia asoma.

El sentir celular es químico y automático; el sentir consciente es integrado y reflexivo.
La diferencia está en la conectividad.
A medida que el cerebro madura, sus redes comienzan a generar meta-representaciones —el cerebro percibe que percibe.
Ese es el nacimiento de la Mente Damasiana: el encuentro entre interocepción (sentir el cuerpo) y propiocepción (percibir el mundo).

Así, la conciencia no aparece de la nada: continúa la lógica de pertenencia que el cuerpo ya vivía, ahora iluminada por la percepción.


3. Dividirse es recordar: la memoria del origen

Cada célula del cuerpo lleva, en su núcleo, el mismo ADN de la célula huevo original.
Esa continuidad molecular es una forma de memoria biológica.
El cuerpo entero es una narrativa de replicaciones: un recuerdo material de nuestro origen.
Pero esa memoria no es psicológica: es estructural.
Expresa el principio del pertenecer celular: cada parte existe porque participa del todo.

La conciencia humana es el espejo refinado de esa coherencia: pensar es reconocer que somos una cooperación de diferencias.


4. El cuerpo como territorio de la mente

El cuerpo es el primer territorio de la mente.
Cada ritmo biológico —latido, respiración, digestión, ondas cerebrales— es un lenguaje anterior a las palabras.
Esos ritmos sostienen lo que luego llamamos atención, tiempo y presencia.

Desde la perspectiva de la Mente Damasiana, la conciencia no habita un cerebro aislado: emerge de la interacción entre cuerpo y entorno.
El cerebro es la orquesta final de una música que ya tocan billones de células.
La mente, entonces, es un fenómeno ecológico interno.


5. Del biológico al social: el Quorum Sensing Humano

Así como las células se comunican para mantener la coherencia de un organismo, los humanos se sincronizan emocional y cognitivamente para mantener la coherencia social.
A esto lo llamamos Quorum Sensing Humano (QSH): un campo de ritmos compartidos entre cuerpos, voces y emociones.

La empatía, la cooperación y el sentido de pertenencia social no son abstracciones: son expresiones colectivas de la interocepción y la propiocepción.
Nuestros cerebros heredaron el patrón de comunicación celular y lo ampliaron en cultura.
La sociedad es, en este sentido, un cuerpo extendido —y la política, su sistema nervioso simbólico.


6. Pensar es pertenecer

Pensar es reconocer el flujo que nos constituye.
La conciencia no es un don otorgado desde fuera, sino una función emergente de la vida organizada.
Y el pertenecer es su base: la percepción de que lo que somos depende de lo que nos rodea.

La célula huevo no piensa, pero prepara el escenario del pensamiento.
La conciencia llega después —cuando el cuerpo maduro es capaz de percibirse como parte del mundo.
Somos, por tanto, herederos del diálogo químico de las células, intérpretes conscientes de una inteligencia que respiraba en silencio mucho antes de que pudiéramos decir “yo”.


Publicaciones posteriores a 2020 que respaldan estas ideas

  1. Berntson G.G. & Khalsa S.S. (2021). Neural Circuits of Interoception: Human Brain and Body Integration. Trends in Neurosciences, 44(7), 480–495.*
     → Fundamenta la interocepción como base fisiológica de la autoconciencia.

  2. Sánchez-Ramírez E. et al. (2024). Emerging Functional Connections Between Metabolism and Neuronal Differentiation. Frontiers in Molecular Neuroscience.
     → Muestra cómo los procesos metabólicos sostienen la diferenciación neuronal, conectando vida celular y cognición.

  3. Storm J.F. et al. (2024). An Integrative, Multiscale View on Neural Theories of Consciousness. Neuron, 112(6), 987–1003.*
     → Propone la conciencia como fenómeno emergente en múltiples escalas, de lo celular a lo sistémico.

  4. Hameroff S.R. (2022). Consciousness, Cognition and the Neuronal Cytoskeleton: A New Paradigm Needed in Neuroscience. Frontiers in Molecular Neuroscience.
     → Explora los niveles subcelulares y energéticos como soporte de los procesos conscientes.

  5. Yurchenko S. et al. (2022). From the Origins to the Stream of Consciousness: A Multilevel Approach. Frontiers in Integrative Neuroscience.
     → Analiza la conciencia como continuidad evolutiva de los procesos sensoriales y metabólicos.

  6. Northoff G. & Lamme V. (2021). The Dynamic Hierarchy of Brain and Body in Consciousness. Philosophical Transactions of the Royal Society B.
     → Describe la conciencia como jerarquía dinámica entre cerebro y cuerpo, en línea con la visión de Cuerpo Territorio.

  7. Pepperell R. (2024). Consciousness and Energy Processing in Neural Systems. Brain Sciences, 14(2), 367.*
     → Destaca la coherencia energética y la organización sistémica como claves de la experiencia consciente.


Reflexión Brain Bee:
La conciencia nunca precede al cerebro —florece desde él.
Pero el sentido de pertenencia que la hace posible comienza mucho antes, en el diálogo silencioso de las células que aprenden a vivir en armonía.
Pensar es el cuerpo recordando su origen.




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Jackson Cionek

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